En aquel inmenso bosque, en la oscuridad de la noche más cerrada que jamás hubiera visto, estaba ella. Sentada a los pies de un centenario roble, al cuál las ramas ya le caían pidiendo que alguien las sujetase, se acurrucaba en sí misma, temblando de frío. Su pelo largo y negro, parecía blanco gracias a la tremenda helada que estaba cayendo. No podía parar de llorar, sus lágrimas resbalaban por toda su preciosa y pálida cara. Sus azules ojos, enrojecidos por el viento frío y por la tristeza que inundaba su interior. No podía creer lo que estaba pasando, lo que estaba viviendo: sola, en aquel bosque y con ese frío... No podía creer que la gente de aquella pequeña aldea en la que vivía junto a su familia, le rechazaran sólo por ser, según decían, una traición para el pueblo.
- ¿Es traición estar enamorada de alguien que no es de mi aldea?. Se preguntaba ella, sollozando.
No entendía por qué unas simples leyes, impuestas por un líder, estaban por encima de sus sentimientos. Ella estaba enamorada de aquel joven, fuerte y apuesto, de piel morena y ojos oscuros. Se veían casi a diario, cuando Aldara (así era el nombre de esta bella ama de casa) se disponía a ir a las tierras de su familia a recoger semillas para hacer pan. La gente del pueblo ya sabía de la existencia de este amor, y por eso, la miraban con malos ojos, alegando que estaba traicionando a las leyes de aquella aldea. Aldara, al principio lo negaba todo, avergonzándose de aquella acusación, pero sus sentimientos eran tan fuertes, que no aguantó más, y grito a los cuatro vientos que estaba enamorada de aquel hombre, y que las leyes no existían para su amor.
Ésto llegó a oídos del líder, el cuál no lo toleró, y condenó a esta guapa mujer a la muerte, muerte por traición a la aldea. Su familia le obligó a abandonar esa misma noche la casa dónde vivía, asustados, y a la vez, avergonzados por esta situación que les daría mala fama entre las gentes del lugar. Sólo puedo llevar consigo un mendrugo de pan. Así que salió de aquella casa pensando en qué le depararía el futuro, sin nada, sin nadie, y con la incertidumbre de qué pensará su apuesto hombre, al esperarla en aquel campo y ver que no llegaba, y así un día tras otro.
Corría, corría desesperada alejándose de aquel pueblo hasta que las fuerzas no le dieron para más, y allí se sentó, bajo ese centenario roble. Pasaban las horas, y allí seguía ella, acurrucándose sobre sí misma, llorando, pasando frío, sin nada que hacer, sin nada que perder...
Decidió tumbarse, aunque la hierba estaba húmeda y fría, pero le daba igual, ya nada podía ser peor, ya no temía a la muerte. Y allí murió, congelada, esperando el amanecer, un amanecer que nunca llegó.

oso blog polita noche, gustatu zaizkit zure historioak.
ResponderEliminargauza bat, edozein lekutan agertzen al da nire izena? edo bakarrik jartzen du foreverbeatle?
anonimoa ere izan nahi dudalako.
muxu bat, laster agertuko dira nire historio txikiak ere, baliteke sorpresak egotea jeje.
Bai agerten de hire ixeni, jun eskritotiora, ta han jartzen dau editar perfil, ta han idatz dezakexu nahi doxuna jejej
ResponderEliminarPozten na hire gustuko ixeti
hirea bebai!